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12 febrero 2010


“El Cuñado” y la noche del atentado

Silvia Irabien no fue la única persona cercana a José Jorge Balderas Garza ubicada y señalada por sus escoltas.

Los empleados de seguridad refieren a un hombre joven conocido como “El Cuñado”, de aproximadamente 30 años, que vestía casi siempre con pantalones de mezclilla, tenis y suéter gris.

Era el responsable de cuidar la casa de Tecamachalco y hacer la limpieza de la misma.
Este hombre, quien se caracterizaba por su acento norteño al hablar, era quien les abría la puerta a los escoltas a fin de que ingresaran al cuarto destinado para ellos.


En el mismo había camas de descanso y ropa especial para hacer el servicio de custodia, como trajes y abrigos largos.
La noche del 24 de enero, “el señor Maximiliano”, les dio una orden precisa: “Alístense porque vamos a salir”, declaró Margarito Cruz.


A las 00:30 horas salieron de la residencia de Tecamachalco. De avanzada iba otro de los escoltas, Mariano López Morales, quien manejaba un Tsuru dorado. Atrás iba el Audi color rojo, tripulado por “El JJ” y atrás una camioneta Durango, color negra.

“Cuando se iba de fiesta salía de la casa de Tecamachalco y en el camino llamaba por teléfono al sujeto que conocía con el sobrenombre de “El Contador”, a quien le decía en qué lugar iba a estar y se quedaban de ver antes de entrar”, recordó Cruz.

Esa noche se dirigieron a la gasolinería que se encuentra en avenida Reforma, donde se abasteció de gasolina “El JJ” y adonde llegó “El Contador”, acompañado de tres sujetos, a bordo de un Seat, color azul.

“El Contador” es la “persona que baja del Seat y aborda el vehículo Audi para dirigirse todos al Bar Bar, llegando a la 1:00 o a la 1:30 horas del día 25 de enero”.

Al llegar al bar, el escolta de nombre Mario Zamarripa se acercó a “El JJ” y le recibió dos radios de nextel. Mientras, los otros dos elementos de seguridad se apostaron a la entrada del bar vigilando el ingreso de su jefe.

Afuera del Bar Bar se encontraron a los cuatro escoltas del empresario Slim, aludiendo a Carlos Slim Domit, quien al parecer se encontraba esa misma madrugada en el interior del lugar.

“Veo cuatro escoltas parados junto a la puerta de entrada, presumiendo que eran del señor Slim, a los que ya había visto en diferentes ocasiones en el Bar Bar”, manifestó Margarito Cruz.
Los autos y la camioneta los estacionaron en las inmediaciones del establecimiento donde se localiza un banco HSBC.


“Vámonos a la casa”

A las 3:40 horas salió del Bar Bar “El Contador” y se dirigió al escolta: “Margaro, manda preguntar el patrón como está todo afuera, a lo que respondí que todo tranquilo”.

Una hora y media después, como a las 5:30 de la madrugada, ve que sale a prisa “el señor Maximiliano” o “El JJ” y que camina hacia la camioneta que ya estaba encendida pues el escolta tenía prendida la calefacción.

“El JJ” sube a la camioneta en el asiento del copiloto y le dice a el escolta Margarito Cruz: “Vámonos a la casa”. Regresaron a la residencia de Tecamachalco alrededor de las 6:30 del lunes 25 de enero.

Al bajar de la camioneta, “El JJ” saca dinero de una bolsa y les paga la primera quincena de salario, correspondiente al mes de enero, diciéndoles: “Ahí está muchachos, nos vemos mañana”.


El 26 de enero, cuando regresan a la casa para iniciar labores, son recibidos por “El Cuñado” quien les informa que ya no se requieren sus servicios pues “el señor Maximiliano” se iría de viaje.
Mariano López Morales, otro de los escoltas coincide en gran parte de su declaración con la versión emitida por su compañero Margarito Cruz.

En tanto, Mario Zamarripa Martínez detalló la ruta que siguieron esa noche al salir de la casa de Tecamachalco y dirigirse al Bar Bar: “Todo fuente de Diana hasta incorporarnos a Monte Líbano, atravesamos avenida de Las Palmas y seguimos por Monte Líbano hasta llegar a Reforma, doblamos a la izquierda donde se encuentra una gasolinería”.

Los tres elementos de seguridad manifiestan no saber qué pasó con “El Paco” o “El Contador”, después de la agresión al interior del centro nocturno.

Las versiones de los tres escoltas, presentadas ante el Ministerio Público coinciden entre sí respecto a lo que atestiguaron sobre José Jorge Balderas Garza, el hombre de las siete personalidades.

A pesar de que horas después del atentado en el Bar Bar los escoltas se enteraron de lo ocurrido a través de los medios de comunicación, no fue sino hasta que la Procuraduría capitalina los requirió que dieron su testimonio.

Esto, once días después del atentado contra Salvador Cabañas, lo que les pudo dar la oportunidad de planear su versión.

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